Al bajar a la calle me volví a resituar, por enésima vez, en mi vida. Valencia no había cambiado... después de más de dos años de ausencia la ciudad era igual que cuando la deje.
David vivía en Sedaví, pero actualmente reside en un piso compartido por dos compañeros más en el mismo corazón de la capital.
Sus compañeros se han ido de vacaciones durante dos semanas así que puedo ocupar una de las habitaciones hasta que encuentre algo.
La vida de David no ha cambiado mucho, la carrera de topógrafo esta llegando a su fin, y aunque parezca increíble para quien lo conozca, todo lo esta sacando bastante bien y esta a punto de licenciarse.
El tema laboral no va muy bien, pero bueno ni en Valencia, ni en ningún lugar. Lo primero que debía hacer era buscarme un lugar de trabajo.
Haber sido un “hombre de Miguel” tampoco me abre muchas más puertas, pero tampoco he de desesperar. Mi apariencia con la muleta en mano tampoco ayudaba, pero al menos daba pena.
A cada entrega de curriculum me preguntaban por mi recuperación o sencillamente miraban la muleta y me decían “ya te llamaremos”
Que difícil iba a ser volverse a meter en el mundo laboral, pero no me rendiré
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